Dedicatoria



Una mañana fría de enero Héctor toma el autobús, se sube al Estrella Blanca que lo llevará a encontrarte. Piensa en ti, en tus ojos negros, en tu piel morena, en tus manos cálidas. Está ansioso por verte y tenerte entre sus brazos.

Después de leer por un rato, se queda dormido a la altura de San Juan del Río, leía poemas que te dedicará, poemas de Benedetti: promesas de abandono, tratos entre camaradas, los formales y el frio, fulano y mengana. Al instante sueña contigo, no puede esperar para verte. La duda de lo que pasará se refleja en su sueño, incontables veces tuvo que buscarte y te volvía a perder.

Despierta con un sobresalto, sudoroso y una sensación muy desagradable a causa del sueño.

Bajó en la Central Camionera del Norte al mediodía, decidido a buscarte inmediatamente. Habían quedado de verse en un café cerca de tu trabajo.

Los minutos son lentos, se arrastran frente a los ojos de Héctor, sorbe su café temblando, ya sea por la cafeína, ya sea por lo cerca que está de ti. Recuerda el día que se despidieron, él no podía contener las lágrimas y tú lo consolabas un poco ansiosa por la partida del autobús. Al mirar por la ventanilla, Héctor pudo advertir en tu rostro una ligera sonrisa y un gesto de paz. Entonces se dio cuenta que esa sonrisa no había sido por el trabajo que te ofrecieron en el DF y que su enojo no había sido por ver cómo te alejabas. En realidad, eran tus ganas de mundo, de salir del pueblo, tus ganas de crecer.

Él hubiera querido que lo llevaras contigo, tomar su maleta y acompañarte al fin del mundo. En cambio, tomaste tus papeles y te fuiste, no como quien huye, sino como el que festeja su partida.
Cuando llegas al lugar, junto a una taza de café a medio terminar, encuentras un libro: Inventario de Benedetti. No hay nadie más en la mesa, pero sabes que ese libro y la dedicatoria que está escrita en la primera página después de la portada es para ti… lees:

Mi amor:
Mi mejor deseo es que te encuentres a ti misma. Pero si te encuentras y esto termina a raíz de ese encuentro, lo mejor que te puedo desear es que un volcán de felicidad haga erupción sobre de ti, una tormenta de dicha te azote y un torbellino de amor te haga feliz.
Te ama Héctor
9/ags/79

Al terminar de pasar tus ojos por aquellas letras, te das cuenta de que Héctor te ha soltado, que tiene razón, que nada te puede detener, por eso cortó el último lazo, que pronto se hubiera roto por si solo. Una lágrima cae en la mesa y sales del café llevándote sólo tus recuerdos y tus sueños de conocer el mundo.

Margeri Salazar.


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