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Querida Anorexia...

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Marzo 16, 2019. Querida anorexia: A muchos el simple hecho de pronunciar tu nombre les asusta, los intimida, y el vivir con un Trastorno de la Conducta Alimentaria les resulta incluso hasta macabro, pero a mí me resultaste tan fácil de sobrellevar que ya no me das miedo, ya no me asusta el confrontarte, viviste dentro de mí por siete años y hoy por fin escribo mi carta de despedida. Antes de empezar, quiero decirte un par de cosas. La primera: ya fue suficiente, ya me hiciste mucho daño y también me alejaste de las personas que más se preocupan por mí. Me alejaste de mi familia y me alejaste de mis amigos. Me acercaste a otros, te lo agradezco, pero algo que jamás te voy a perdonar es por haberme alejado de mí misma. La segunda cosa por la cual te escribo, es para decirte y pedirte de la manera más atenta que te alejes de mí. Te rehusarás a ello (pues vives en cada fibra de mi cuerpo y en cada conexión neuronal de mi cerebro) ya que en los últimos ocho meses te co...

Dedicatoria

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Una mañana fría de enero Héctor toma el autobús, se sube al Estrella Blanca que lo llevará a encontrarte. Piensa en ti, en tus ojos negros, en tu piel morena, en tus manos cálidas. Está ansioso por verte y tenerte entre sus brazos. Después de leer por un rato, se queda dormido a la altura de San Juan del Río, leía poemas que te dedicará, poemas de Benedetti: promesas de abandono, tratos entre camaradas, los formales y el frio, fulano y mengana. Al instante sueña contigo, no puede esperar para verte. La duda de lo que pasará se refleja en su sueño, incontables veces tuvo que buscarte y te volvía a perder. Despierta con un sobresalto, sudoroso y una sensación muy desagradable a causa del sueño. Bajó en la Central Camionera del Norte al mediodía, decidido a buscarte inmediatamente. Habían quedado de verse en un café cerca de tu trabajo. Los minutos son lentos, se arrastran frente a los ojos de Héctor, sorbe su café temblando, ya sea por la cafeína, ya sea por lo cerca...

No he tenido tiempo de extrañarte...

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No he tenido tiempo de extrañarte, es suficiente con abrir los ojos, y ver el recibo de la luz sobre mis sueños, para olvidarte. Estoy ocupado tratando de no ahogarme con las lágrimas que el cielo olvida dentro del metro Pantitlán, como para nadar con el pensamiento en las aguas de tu ombligo. Mi corazón ya no late por tus pétalos sino porque -como siempre- voy tarde a mi cita con el estrés. Se me va la vida tratando de no morir, en esconderme de Coppel y de alcanzar un lugar digno en la combi, como para jugar a ser poeta contigo. Pero dime, mujer, por qué dejaste tu aroma en mis manos, tu sabor a mango entre mis dientes. Si no tengo tiempo de extrañarte, mujer, ¿Por qué me sigue tu nombre, ¿A todas partes? Yovani Alejandro Viruel Ramírez (Yovaz Yio).

Revoloteo // Ausencia

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Revoloteo Hay un revoloteo inalcanzable en el fondo de mi pecho. Se impulsa y va y viene con misterio. A veces me recorre todo el cuerpo. Yo le grito pero no me oye, es un niño terco; una madre sin consuelo. Entonces me golpeo el pecho anunciando mi descontento. Se calma y por minutos vuelve a emprender el vuelo. Inquieta mis pies y mis recuerdos. Es impulsivo, pero lo aprecio con esmero. Me hace compañía en los días de desasosiego Es mi pequeño, mi compañero, mi recuerdo de estar viva y se lo agradezco. Ausencia Aquí estoy, a la espera de las horas amarillas, mirando el cansancio de las manecillas del reloj. Observo el titubeo de las horas. Me quiebro, me levanto, grito, callo, no me encuentro, me pierdo. La silueta de un pájaro sin alas se ha postrado en mi ventana. Y hay horas en las que quisiera estrellar el silencio contra las puertas, pero nadie ve, nadie oye. Jamás mis palabras han sido luciérnagas de belleza de oro y mi verso nunca fue t...

Hija Guerrillera // Trabajo de campo

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Hija guerrillera Palabras sobran en el sombrero de un comandante Palabras sobran en los ojos de un anciano Soldado de rimas y metáforas perdidas en la selva Siente los restos en los cuadros índigos Hija sin fusil recuerdo joven Arrugas del poeta Ausente de plazas y conversaciones Alcoholismo-sin-pólvora Crece la cuerda de su rostro moreno Compañía de rifle sin tino Guerra íntima de una pintura Sin olvido en el museo. 2 a.m. Corcheas rebotan en las hojas Teclas sobre un sorbo de tabaco que mata Las ganas del deporte y la rutina diarias Asesinan el deseo de continuar. Trabajo de Campo Huye en la frontera y no dejes que el calor tire tu risa Intenta simular que hoy sí entrevistarás a un mara Dile que lo has estado buscando y, por favor, Dime, ¿dónde estás? No quiero perderte en Centroamérica. Ian Yetlanezi Chávez Flores.

Sueño 75 (Araña)

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La luz crepuscular ha salido entre las ventanas de mis pestañas. He escogido un lugar para depositar mi cuerpo a la tierra cuando ésta me reclame de vuelta. Prefiero quedarme atorado entre estos pedazos de tiempo, solo y abatido por las madrugadas que se van sobre la luz del día, que moviéndome con el resto del mundo purgado de sangre y dolor. Reconozco en el cercano horizonte al sol que, quieto, se adorna solo en el cielo a lo lejos, pero parece que no llega. Respiro este aire de volcanes cubiertos de nieve y de estertor de viajeros que nunca vieron su destino, de rocas al rojo vivo y de un océano que parece un mito. Una silueta llena de aires de bienvenida se ha acercado con paso lento por el oriente, siempre lleno de malas intenciones y se ha estado moviendo a medida que pasa la noche por la tierra, con movimientos suaves que reflejan calma. Se ha sumergido en el mar y ha pasado flotando por el cielo, a ese paso hasta genera compasión pensar en el tiempo que lleva movié...

Medusa

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Medusa; nigromántica de los terrenos más obscuros. En qué desiertos va a encontrarte Perseo, en cuántas eras va a descubrirte insuperable con tus risos dormidos. Sostienes en tus manos la cabeza perdida que Perseo demolió con una espada blandida por un par de dioses que te temían. ¿Qué vas a hacer Medusa, cuando Perseo haya ganado la contienda? ¿Cuántos bigotes más le vas a pintar al futuro convertido en piedra? Tú, a quien nadie miraba a los ojos por temor a tus encantos, encantados los dejas. ¿Cuántos cabellos vas a sacrificar? A quién vas a mirar ahora. Nadie contó tu historia Medusa, en la que te desnudas en partículas de polvo y te recreas sílice de mármol. Perseguida por Perseo y encontrada en el lugar debido. Se amaban con tan solo oírse, dadas las circunstancias ¿A quién le contarás, Medusa, de tus afables tratos a Perseo? los masajes de cuarenta días y los cálidos besos en la frente. Acaso tu maldición te convirtió en la eterna infame. ¿Sufres Medusa? la única capaz de...

Sopa de letras

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Es una mezcla de letras, un hervidero de sílabas amontonadas en una hoja de papel. Una sopa de letras es un compuesto derramado en el interior de una olla en forma de libro. La sopa de letras es un caldo insípido que siempre le hace falta sal porque les hace falta sal a los intelectos desabridos. Un buen caldo de sopa de letras ayuda a relajarte durante los largos viajes que siempre son tediosos en la ciudad de la eterna negligencia, utilizas tu lápiz para encerrar una palabra y luego la llevas a la boca, soplándole por lo caliente que está. La sopa de letras es un menjurje que cura la conciencia de los enfermos que están dormidos por culpa de la realidad y los transforma en locos creativos. Las palabras que se encuentran en una sopa de letra son arbitrarias, no significan lo que aparentan, lo digo porque un día consumiendo un caldo de letras me encontré con una composición que encerré con mi cuchara y decía: HOT , lo que en inglés significa, caliente; pero mi sopa estaba fría...

Profesión o dinero

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Sentada en la sala de espera de un hospital, esperaba los resultados de cáncer de mama de mi abuela. Me distraía observando a un chico demasiado joven, demasiado alegre y muy intelectual para trabajar en un hospital. No llevaba bata ni estetoscopio, no tenía ese aire de dios y grandeza de todos los doctores. Me llamó la atención que pasaba con montones de documentos en una mano y en la otra, un libro de Jorge Luis Borges. La tercera vez que pasó, se sentó a lado mío y preguntó: — ¿Tienes mucho esperando?— Respondí que no.             —Es horrible estar en un hospital y más trabajar en él… me llamo Julio— decía mientras se acomodaba el gafete.             —Sí, debe ser horrible— afirmé moviendo la cabeza. Lo que me sorprendió aún más fue ver las tres “L” en su gafete y le pregunté ¿Qué hace un licenciado de Letras Latinoamericanas trabajando en un hospital?  ...

Mínimas

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¡Adiós princesa! Se amaban, insaciables. Dos criaturas hechas la una para la otra. Al verse a los ojos, sabían que el Príncipe Azul era un mito. El amor no tiene color, eso es ficción cinematográfica.   Juntaban sus labios, insaciables. Ya no le temían a las manzanas rojas, ni a las ruecas encantadas, ahora su amor dejaba de ser una ensoñación para ser una realidad. Las princesas de esas historias lo habían decidido   , hacerse el amor hasta la saciedad, recuperar el tiempo manchado por la mirada lasciva sin sentido, de un sistema de centros comerciales y figuras anoréxicas, eso significaba desaparecer su mundo de hadas madrinas, de enanos masturbadores, de príncipes wannabes y de amor medieval.   Minotauro teseónico El Minotauro teseónico desde la ventana de su laberinto, enamorado, recitaba en voz baja su poesía mientras miraba a Alicia psicotrópica viajar perdida a su interior, sin encontrarse. La bestia encantada deseaba atravesar ...

El siete vidas

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A Heriberto: Donde quiera que estés, aún siento tus caricias sobre mi rostro. Me abracé al cuerpo inerte de mi madre, ya estaba frío. Me aferré a ella como retando a la muerte, que no me la arrebatara, pero era inútil. No era la muerte quien se la había llevado. Esa maldita Revolución me había matado a mi madre desde antes: cuando mi padre se fue.             Contemplé durante horas aquel cadáver que me había dado la vida, miré detenidamente su rostro marchito, aquellos ojos tristes, de mirada amarga, el carmín de sus labios se había desvanecido. Su cabello negro como las noches que padecimos buscando a mi padre, tejían sus trenzas de filigrana. El esbelto y casi cadavérico cuerpo de mi madre, ahora ya sin vida, me venían a recordar que estaba solo en el mundo. Me puse a rezar.             —Padre Nuestro que estás en los cielos…     ...